Uno de los temas menos entendidos en nuestra sociedad occidental, es la estrecha relación que existe entre estas dos disciplinas. Cualquier mente racional, entrenada en una sociedad como la occidental, abomina de la segunda disciplina por creer que el misticismo es practicado por enfermos mentales que gozan de los estados catatónicos y que tratan de aislarse de la sociedad por entender que la perfección se halla en el más allá donde quieren trasladar su mente (es la crítica más fuerte que he oído, las hay más suaves).
Dicha percepción denota un profundo desconocimiento de la mística oriental, que es con diferencia, la que más escuelas tiene catalogadas como místicas. En la tradición judeo-cristiana también existen diferentes escuelas tales como la cábala, el sufismo o diversas tradiciones cristianas, pero es la escuela oriental en su multitud de versiones tanto en el budismo, jansenismo, hinduismo, taoísmo etc. donde dichas escuelas han alcanzado su perfección.
La ciencia consiste en la observación por parte de una persona externa (científico) de determinados hechos. Dicha observación comporta unas mediciones de los mismos y una vez comprobados y contrastados estos, se puede determinar que obedecen a una fórmula o ley que el científico formula. Así tenemos que la observación de dichos hechos es objetiva, es decir, los hechos son observados y medidos por un tercero que en nada influye en dichos acontecimientos, y que cuando se repiten hechos parecidos siempre obedecerán a la misma ley o fórmula matemática.
La escuelas místicas nos enseñan que cuando una persona respeta un determinado protocolo que ha sido establecido durante muchas generaciones y que ha sido comprobado y contrastado por muchos practicantes, eliminando aquellas desviaciones o caminos que no conducen a ninguna parte, el practicante puede obtener determinados resultados, resultados que ya han sido obtenidos por otros practicantes a lo largo de la historia.
Así pues tenemos que ambas disciplinas siguen sistemas muy rígidos para obtener resultados concretos. La diferencia entre la mística y la ciencia es que la primera es subjetiva y la segunda objetiva. De esta manera la ciencia nunca respeta lo logrado por la mística por cuanto es necesaria la intervención de la propia persona para realizar el experimento y la ciencia exige que sea un observador externo el que realice la experiencia. Pero parece obvio que en el interior de la mente no se pueden seguir los criterios científicos de objetividad ya que es necesario que sea el propio practicante el que experimente.
Cuando la ciencia ha intentado formular de una manera objetiva que es la mente, lo único que ha logrado es diseccionar el cerebro en muchas partes y llegar a la única conclusión de que es la materia unida con la química la que produce todo lo que pasa en nuestro interior (todo obedece a un cóctel complejo de productos químicos segregados por el cerebro). Esto obviamente se contradice con nuestra lógica y por eso tanta gente piensa que hay algo más profundo que esa simple explicación científica. En cambio cuando se produce una observación subjetiva de la mente, siempre que esta sea contrastada por personas que han practicado con el mismo método se pueden llegar a conclusiones muy diferentes.
Por eso no es extraño que los “científicos” en Oriente, nos lleven más de 2.500 años de diferencia a los Occidentales en lo que al estudio de la mente y la determinación de mapas para su estudio se refiere. No olvidemos que durante el presente siglo muchos científicos se han quedado pasmados, una vez descubierta la mecánica cuántica y otras teorías, de lo parecido que pueden ser las interpretaciones en dicha materia con las interpretaciones a las que los místicos ya llegaron hace muchos siglos tras un estudio detallado de la mente.
De la misma manera que un matemático no hace ningún caso a una persona lega en dicha materia cuando por ejemplo critica el teorema de Pitágoras, los místicos tampoco hacen ningún caso de personas, como los occidentales, que no han comprobado por si mismos lo que ellos explican.
